sábado, 21 de noviembre de 2015

La democracia de la U.E.: el 25% de los ciudadanos en el límite de la pobreza (en Rumania, el 40%)

El 24,4 por ciento de la población en la Unión Europea, unos 122 millones de personas, está en riesgo de pobreza y exclusión social, informó recientemente la Comisión Europea, tras un análisis estadístico sobre 2014.

Según la estimación de la Comisión Europea, uno de cada cuatro europeos sufre la amenaza de la pobreza, aunque las condiciones de subsistencia registren fuertes variaciones entre países.
 
La crisis golpeó con especial dureza al sur del continente, en especial a Grecia y España, según las estadísticas del estudio. Para las estimaciones se ha tenido en cuenta la situación de individuos en cuyos hogares la renta total disponible resulta inferior al 60 por ciento de la media nacional del territorio en cuestión.

De 2008 a 2014, la proporción de ciudadanos expuestos a la miseria y a la exclusión en Grecia subió 7,9 puntos porcentuales, mientras en España el alza fue de 4,7 por ciento, indicó el reporte.

Al finalizar 2014, el peligro de pobreza se extendió al 36% de los griegos y al 40,2 % en el caso de Rumania, el país que más sufre esta lacra de toda la U.E., aumentándose este porcentaje sustancialmente desde el golpe de estado de 1989. A Rumanía le sigue otro país salvajemente saqueado y destruido por las potencias capitalistas, como Bulgaria, donde el porcentaje llegó al 40,1%.

http://i.imgur.com/MlFnybZ.jpgLa pobreza no es una enfermedad extendida solamente en los paises colonizados tras la caída del Socialismo en los años 90; también para Alemania y Francia, las principales potencias de la eurozona, muestran cifras poco compatibles con una democracia, siendo el porcentaje de riesgo de pobreza del 20,6 y 18,6 por ciento respectivamente.

Conviene recordar aquí dos cosas. En primer lugar, los datos desmienten la propaganda neoliberal de que la democracia (burguesa) combate la pobreza, algo que utilizaban y siguen haciéndolo como mantra cuando se trata de criticar a los paises socialistas. Sin embargo, parece que la democracia liberal no hace más que aumentar progresivamente la pobreza, algo sobre los que los adalides del capitalismo suelen callar como putas.

Por otro lado, y recordando los datos de un organismo poco sospechoso de anticapitalista, el Banco Mundial, la imposición violenta de la autodenominada "democracia capitalista" (sin eufemismos, dictadura del capital) y la destrucción de los sistemas socialistas, provocó un aumento brutal de la pobreza en los paises que lo sufrieron.

En el caso de Rumania, por ejemplo, el porcentaje de pobres (según el B.M.) era en 1987 de un 6%, es decir, de 1,3 millones de personas, antes del golpe de estado de diciembre de 1989, mientras que en 1993-95 el número de pobres se había elevado ya hasta 13,5 millones de personas de los 22 millones de rumanos).

Y es que, por muchos malabarismos propagandísticos que se hagan, Lenin (en El estado y la revolución) tenia razón cuando afirmaba que "partiendo de esta democracia capitalista -inevitablemente estrecha, que repudia por debajo de la cuerda a los pobres y que es, por tanto, una democracia profundamente hipócrita y falaz-, el desarrolo progresivo no discurre de modo sencillo, directo y tranquilo "hacia una democracia cada vez mayor", como quieren hacernos creer los profesores liberales y los oportunistas pequeños burgueses".

No, como demuestran los datos, la democracia capitalista, en la U.E. o en cualquier otro estado o entidad política, solo produce más democracia y más riqueza para una minoría privilegiada, y más tiranía y más pobreza para todos.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Lo llaman tecnocracia y no lo es

Rumania tiene nuevo primer ministro. Después de la dimisión del socialdemócrata Victor Ponta, el presidente del país, Klaus Iohannis, ha designado para sustituirle al derechista Dacian Сioloș, experimentado Comisario Europeo de los gobiernos del Partido Popular Europeo. Aprovechando con una falta de escrúpulos pasmosa las protestas realizadas en todo el país tras la muerte de las hasta ahora 50 víctimas del incendio de la discoteca Colectiv, en Bucarest, que algunos dicen se azuzaron para provocar la dimisión del gobierno de izquierda a través de las ONG´s y la embajada norteamericana, el jefe de estado y su partido, el Partido Liberal han impuesto a su candidato disfrazándolo de tecnócrata, según ellos porque asi lo quería "la calle".

El nuevo premier rumano, el derechista Dacian Ciolos
Dejando de lado qué es lo que quiere realmente la calle, que normalmente estos mismos que hoy justifican el nombramiento de alguién no elegido por los ciudadanos afirman que se ha de expresar a través del circo electoral, habría que aclarar antes qué es un tecnócrata, palabrita que los medios de propaganda han puesto de moda en estos últimos días en Rumania como si se tratara de la solución milagrosa a todos los males.

La consigna repetida hasta la saciedad, y puesta en boca del pueblo cuando interesa, como ahora, es que "la calle" no quiere un gobierno político, debido a la corrupción y a la situación caótica (provocadas ambas, por otra parte, aunque eso no lo dicen, por 25 años de capitalismo), y que un "tecnócrata" dirigirá el gobierno como una empresa, en base a criterios de eficacia, rentabilidad, etc..

Sin embargo, estas premisas son de principio falsas, pues, en primer lugar, los llamados "tecnócratas" no son realmente apolíticos, además de que aceptarlos como solución implica, en esencia, negar que  la elección democrática de los representantes organizados en opciones políticas, sea la máxima expresión de la libertad en una sociedad capitalista, como la clase dominante ha vendido hasta ahora a los sometidos

En realidad un tecnócrata es, igual que un miembro de partido, político, y sigue en su actividad unos objetivos políticos que, en este caso, son los del Partido Popular Europeo de Angela Merkel, Mariano Rajoy, Klaus Iohannis y Dacian Ciolos: profundizar la Europa de los mercaderes, austeridad para trabajadores y dispendio para sus parásitos, aumentar la privatización de los servicios públicos y reducir las limitaciones para el comercio y para las multinacionales. Porque un tecnócrata es, ni más ni menos, que un aplicador eficaz de las políticas diseñadas y beneficiosas para la clase dominante. De hecho, también en la URSS se puede decir que había tecnócratas, miembros de la burocracia del partido que no estudiaban ya, ni por supuesto entendían, a Marx,  Lenin o, ni mucho menos, al criminalizado Stalin, y simplemente se dedicaban a aplicar los principios económico-políticos establecidos de la forma más eficiente posible.

Por eso mismo, ya en 1970, en la Conferencia de Lushan,  Mao Tse Tung llamaba a los comunistas chinos a leer más a Lenin y Marx y alertaba de que incluso muchos miembros del Comité Central no sabián qué era el marxismo, sino que simplemente recitaban sus dogmas de memoria: también el gobierno chino ya entonces empezaba a estar lleno de "tecnócratas" que pensaban más en la eficacia económica para el beneficio de su clase que en la liberación de los oprimidos y el empoderamiento de las masas. De aquellos chispas, surgió, lógicamente, el incendio de la reinstauración del capitalismo en la República Popular China ¿no es claramente política la labor de un tecnócrata?

En este sentido, Dacian Cocos no es un hombre apolítico, ni mucho menos, como demuestra su servicio constante al Partido de la Austeridad de la U.E., y su definición como tecnócrata es una forma de hacer pensar a esa "calle" que pide cambios que ha merecido la pena echar  al partido que votó la mayoría porque el "tecnócrata" no va a defender los intereses de ningún partido, sino los de "la gente". Otra vez la contradicción: pero, ¿los intereses del pueblo no habían sido votados ya en las últimas elecciones, ese sacrosanto acto que expresa y define la libertad en la democracia burguesa capitalista?

Un tecnócrata, en definitiva, no es, en ningún caso, tal cosa. Lo llaman tecnocracia y no lo es. En esta ocasión, el nuevo primer ministro de Rumania tiene como función defender determinadas políticas con más rotundidad y fidelidad que el gobierno anterior: los intereses marcados por la Unión Europea, es decir, de su clase dominante, que en este caso son la austeridad para esa "calle" que supuestamente pide tecnocrátas en el gobierno, garantizar el sometimiento a los intereses imperialistas de la metrópolis, EE.UU.,  y seguir desmontando y recortando todo lo público, lo social y, por supuesto, los derechos de los trabajadores, tan incómodos para que los que marcan esa política sigan aumentando sus beneficios.

domingo, 8 de noviembre de 2015

El embajador de Estados Unidos demuestra quien manda realmente en Rumania

El embajador de Estados Unidos en Bucarest, Hans G. Klemm, ha demostrado de nuevo, y sin ningún disimulo que, por otro lado, no necesita tener en una colonia, quien manda en él país. Tras los caida del gobierno y la crisis institucional provocada en Rumania, tras la muerte de ya casi 40 personas como consecuencia de la discoteca Colectiv, que ha causado una ola de manifestaciones en protesta por la corrupción de la clase política, Klemm ha aparecido como protagonista en los dos movimientos politicos producidos hasta ahora: la dimisión de Victor Ponta y el nombramiento del nuevo primer ministro interino, Sorin Campeanu.

El todopoderoso embajador, que actua como un virrey, gobernador en la sombra del pais sometido a los intereses de Washington, se reunió con el presidente del país, Klaus Iohannis, cuando este estaba a punto de iniciar la ronda de consulta con los grupos parlamentarios para nombrar a un nuevo primer ministro interino tras la dimisión del socialdemócrata Ponta. Está más que claro que el sorprendente nombramiento de Campeanu tiene una evidente marca Kemm. 

Después, la primera visita que recibió el nuevo primer ministro, Campeanu, fue la del activo embajador yankee, que, ejerciendo sus funciones de gobernador, fue sin duda a dejarle claro al nuevo premier cuales son las órdenes que ha de cumplir.

Lógicamente, como han hecho todos los imperios para mantener la ilusión de sus conquistados de que no se trata de una invasión ni de un sometimiento sino de una colaboración de beneficio mutuo, Klemm ha afirmado que "la relación USA-Rumania se debe nuestros valores democráticos comunes, nuestro compromiso por la seguridad colectiva de nuestros ciudadanos y para asegurar la prosperidad común de ambos paises".

Pero, ¿de qué prosperidad habla en un pais, Rumania, donde más de la mitad de los trabajadores tienen que mal vivir con apenas poco más de 200 euros al mes? Probablemente, algo parecido a lo que el virrey Klemm ha declarado decían también habitualmente los conquistadores españoles a los pueblos americanos, los británicos a los ceilandeses y chinos o los rusos a los franceses a los argelinos, aunque en el fondo todos despreciaban totalmente a los pueblos sometidos y solo velaban, como Klemm, no por los intereses de su propio pueblo, puesto que los capitalistas desprecian tanto a más a su propio pueblo que a los demás, sino los miembros de su clase, los de su calaña, y los de sus empresas multinacionales.

Probablemente, Estados Unidos no quiere nuevos problemas, a añadir a la larga serie que le están apareciendo en su hasta hace poco omnipotente imperio, en uno de sus más fieles vasallos, Rumania, y quiere evitar como sea que las protestas acaben convirtiéndose en verdaderos movimientos ciudadanos que terminen exigiendo cosas "inadmisibles" como menos gasto militar, acabar con la constante injerencia norteamericana, dejar de ser obediente primera linea en la politica de agresion contra Rusia por parte de la OTAN o, todavia peor, empezar a reconstruir la industria productiva que se ha destruido durante los últimos 25 años y dejar de ser un mercado abierto y sin competencia para las mercancias producidas por las multinacionales de las grandes potencias económicas.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

El capitalismo es corrupción: protestas en Rumania provocan la dimisión del gobierno

El hartazgo de los rumanos tras 25 años de saqueo y destrucción del pais puede estar alcanzando sus límites. El capitalismo es sinónimo de corrupción, y parece que, aunque les haya costado abrir los ojos, la luz se está abriendo paso en Rumania.
El capitalismo ha destruido el pais
La chispa del desastre del club Colectiv, una ruinosa y antigua fábrica reutilizada como discoteca en cuyo incendio han muerto más de 30 jóvenes y hay al menos otros 40 heridos muy graves y más de 60 fuera de peligro, ha hecho estallar la rabia y la indignación de muchos rumanos que empiezan a perder su paciencia ante la mafia política capitalista que le hinco el diente al país tras el golpe de estado de 1989 y vive desde entonces chupando su sangre.

Ayer más de 25.000 personas se manifestaron en el centro de la capital rumana pidiendo que cambien las cosas, exigiendo que la clase política que lleva exprimiendo el pais dos décadas y media se vaya a casa . Los que salieron a la calle tenian objetivos variados y diferentes, pero todos compatían la sensación de rabia e indignación contra la élite económica y política. Algunos simplemente lo hicieron llevados por sus emociones y su dolor; otros, para pedir responsabilidades políticas de unos u otros; pero también había otros que tenían clara la realidad, de una evidencia de perogrullo, de que el capitalismo es sinónimo de corrupción, y que la segunda solo puede ser eliminada si eliminamos también al primero.
Ilustracion de Laurentiu Ridichie: en un pais donde el "Abajo el comunismo"
es el lema oficial de la oligarquía corrupta, repetido hasta la saciedad por los
medios de propaganda en manos de los  mismos corruptos,
lo verdaderamente revolucionario es pensar.

Por todas las ciudades del pais se realizaron protestas contra la oligarquia del capital, tanto contra los capitalistas de derechas como los que fingen ser de izquierdas, y parece que la dimisión del primer mnistro Victor Ponta sabe a poco entre los protestatarios que han convocado nuevas manifestaciones para hoy.

La dimisión de Ponta ha sido, no obstante, el intento de la clase política, asustada por la emvergadura que están tomando los acontecimientos, de ofrecer una cabeza de turco a los manifestantes para evitar que sigan en la calle pidiendo el cambio de sistema. Para ello, lo medios de propaganda no dejan de repetir el mantra rutinario desde la reinstauración del 89 de que Ponta y el PSD representan la continuidad del "comunismo", una oración en la que cada vez menos creen.

En este sentido, se intenta identificar la corrupción como una consecuencia del comunismo, estrategia diseñada desviar la atención de los sufridos ciudadanos sobre la verdadera responsabilidad de aquella. No hace falta ser muy listo para saber que en Estados Unidos, centro del capitalismo mundial, los parlamentarios forman todos partes de uno u otro lobby, y se venden al mejor postor para defender los intereses privados de estos grupos de presión, además de los suyos propios; nosotros los españoles sabemos bien que la mafia política española no tiene nada que envidiar, en lo que se refiere a corrupción, con la rumana, ambos paises, como todos los miembros de la U.E., están podridos por la corrupción política.

En realidad, el capitalismo es muerte, corrupcion, destruccion de la riqueza y el bienestar de los muchos para el bien de unos pocos parasitos. Lamentablemente, el sistema criminal sabe bien que una vanguardia organizada podria dirigir a los descontentos y acabar con el sistema de privilegios de la panda de ladrones que viven del trabajo ajeno, por lo que ha hecho todo lo que estaba en su mano para denigrar, manipular y criminalizar el pasado comunista, evitando incluso que haya parttidos comunistas legales (rechazando una y otra vez cualquier intento de registrarse como partido politico).

Esa falta de organizacion, fomentada por los medios de propaganda del sistema y por la oligarquía, que sabe muy bien que el pueblo es su principal enemigo y que organizado dejará de estar domesticado,  puede terminar convirtiendo el movimiento en humo, y el descontento en reacciones que han caracterizado a los trabajadores rumanos durante estos 25 años: huida, frustracion, desesperación... Sin embargo,  de momento parece que el cabreo continua, a pesar del intento de contentar  a los manifestantes con la cabeza de Ponta.

Las protestas esta noche continuan, y se han concentrado miles de ciudadanos de nuevo en las principales plazas de las ciudades rumanas. A pesar del bombardeo propagándistico de los medios para evitar que los rumanos acaben dando con la clave de que para acabar con la corrupción hay que acabar primero con el sistema criminal capitalista, cuando la razón y la indignación se citan en el camino es muy posible que la chispa de la verdad acabe iluminándolo.

De hecho, como se ve en la imagen que acompaña a esta entrada, hay algunos que sienten más esa llama que une la indignación ante la injusticia con la capacidad racional y que han empezado a mostrar a los demás cual es el único camino para acabar con la corrupción: liberarnos del capitalismo.

En este sentido, el ilustrador Laurentiu Ridichie, autor de la ilustración que también acompaña a esta entrada, recuerda que la única forma de romper el Velo de Maia, símbolo de la alienación y el sometimiento a una falsa realidad, que en Rumania está representado por el empeño propagandístico de los medios en manos de los criminales corruptos en hacer creer a los rumanos que la culpa de todo es del comunismo, precisamente para que esa corrupción, esencia del capitalismo, no se erradique, es usar la cabeza, las neuronas, la razón, que es lo que diferencia a los hombres de las bestias.

martes, 3 de noviembre de 2015

La última tonelada de carbón

Mientras la Agencia Internacional de la Energía estima que el carbón aun satisface el 30,1% de las necesidades energéticas mundiales —el petróleo supone el 31%— , genera más del 40% de la electricidad global y se utiliza en el 70% de la producción mundial de acero, y que la explotación de este recurso va, además, en ascenso (el Deutsche Bank calcula que la producción de carbón en el mundo ascenderá este año a 1.083 millones de toneladas, lo que supondrá un incremento de un 1% respecto a 2014), en Rumania se cierran las cada vez más escasas minas que quedan abiertas.
tona_petrila

Mientras tanto, en Rumania, concretamente en la zona carpática de Petrila, un grupo de mineros se han reunido alrededor del último vagón cargado de carbón extraído de la más antigua y profunda mina de carbón del país, clausurada el pasado viernes.

La mina de carbón de Petrila, que se inauguró hace 156 años y alcanza los 1.000 metros de profundidad, ha sido clausurada, siguiendo acuerdos internacionales, que declaraban la mina improductiva.

Curiosamente,  los grandes grupos empresariales productores de carbón, al igual que los de crudo, han decidido no reducir la explotación a pesar de la menor rentabilidad, con lo cual han expulsado del mercado a los rivales con mayores costes de producción. Se trata de una nueva maniobra del cártel del carbón, formado por las principales productoras, para concentrar un mayor porcentaje del mercado en sus manos. Maniobras que dejaran en la calle a cientos de mineros rumanos, que llevan toda la vida extrayendo carbon de la tierra en uno de los mayores filones de este combustible de Europa.

Como se ve en la imagen adjunta, los principales productores de carbón son las principales potencias económicas actuales, entre ellas China, Estados Unidos o Rusia que, si consideramos la propiedad de las explotaciónes en el mundo, controlan la mayor parte del mercado internacional del carbón.

Hace 25 años el Valle del rio Jiu, en el extremo occidental de los Cárpatos, trabajaban mas de 200.000 mineros, en lo que era una de las principales cuencas carboníferas de toda Europa Centro-Oriental. Ya en el año 2000, la población del valle de Jiu se estimó entre 160-170.000 habitantes, menos que mineros producían diez años antes. Todo ello producto de la destrucción de la riqueza del país tras el golpe de estado del 89 con el fin de transformar el país en una colonia abierta de par en par a los productos de las potencias capitalistas y en manos de sus inversores.

El principal problema es que el cierre de las minas, como sucedio con la gran mayoría de la industria existente en Rumania hace 25 años, condena a los trabajadores al desempleo, a la huida en busca de un trabajo, no siempre digno, y, en general, a la desesperación. La causa del cierre son los intereses económicos de multinacionales y potencias económicas, o de la oligarquía local vendepatrias a su servicio; la consecuencia, la ausencia de futuro para los trabajadores rumanos.

Los mineros, que se saben condenados a langidecer a partir de ahora en el empobrecido y cada vez más aislado Valle del Jiu, han realizado un acto simbólico en torno a la extracción de la última vagoneta de la mina, la última tonelada de carbón. Entre lágrimas y lamentos, han cantado por última vez el himno de los mineros.

Un triste final de abandono y resignación para una vida entera de trabajo de un colectivo que fue bandera y vanguardia de la clase trabajadora durante los años de riqueza colectiva y que, tras el golpe de estado de diciembre de 1989,  fue prácticamente el único que intentó oponer resistencia y freno, en las conocidas como "mineriadas", a los desmanes de los adalides del capitalismo, al salvaje saqueo de la riqueza construida, extraida y transformada por el pueblo rumano durante las cuatro décadas de Socialismo.

domingo, 1 de noviembre de 2015

De fábrica a discoteca: reflexiones sobre el reciente incendio en Bucarest

La resonancia del incencio del club Colectiv de Bucarest ha sido internacional, pues este tipo de catástrofes lacrimógenas tiene mucho éxito entre los medios de propaganda del sistema, tendentes a vender la lágrima fácil en lugar de denunciar las causas profundas y sociales de este tipo de desastres. En el fondo, los más de 100 heridos y casi 30 fallecidos en la noche del viernes son solo una anécdota si los contextualizamos en el genocidio social sufrido por los rumanos en estos últimos 25 años, un genocidio que, al contrario que la castástrofe del azar, el castigo divino o la mala suerte, no conviene vender.

Imagen de la antigua fábrica Pionerul
El fondo del suceso, que nadie por cierto ha citado en ninguno de los artículos que he leido sobre el tema, es que, desafortunadamente, la mayoría de las fábricas de la capital rumana, como también ocurre en el resto del país, se cerraron después del golpe de estado de 1989, muchas de ellas dejándose abandonadas hasta su ruina, otras derrumbadas para construir centros comerciales u oficinas y, algunas, compradas como un chollo por empresarios capitalistas en busca de carnaza con la que enriquecerse de forma fácil ¿No es el capitalismo, no obstante, la búsqueda de la ganancia rápida a costa de lo que sea, cómo sea, caiga quien caiga?

La fábrica Pionerul fue una de las principales empresas de calzado de Bucarest durante la Rumania Socialista. Con la reinstauración del sistema del "todo vale para que algunos llenen sus bolsillos" sufrió el destino de tantas otras: se cerró, se vendió al mejor postor, y los dueños la usaron para diversas finalidades, ninguna productiva, por supuesto. Los nuevos propietarios, de una calaña que se puede imaginar,  despidieron rápidamente a los 4.000 trabajadores y alquilaron o vendieron las dependencias. La cantina se transformó en sala de conciertos ( allí se produjo la tragedia), los espacios de los departamentos de producción y la curtiduría se transformaron en salas de deporte, tiendas, depósitos, etc. Por supuesto, el edificio, cerrado durante un tiempo, no se reformó ni se protegió, pues ni las instituciones ni los nuevos propietarios privados se preocupan de estas cosas hasta que el desastre les estalla en las narices. Al fin y al cabo, las v'ictimas siempre son otros.

Lo verdaderamente sorprendente, en realidad, es que este tipo de tragedias no ocurran más habitualmente; por ejemplo, la mayoría de los locales de moda del centro de Bucarest, un lugar vendido como lugar de ocio moderno y muy "occidental" por todos los medios de propaganda, están en antiguas casas semiderruidas, abandonadas, donde se ha reformado solamente, si es que se ha hecho, el piso donde está el local, pero no los superiores que se convierten así, ni más ni menos, en una bomba de relojería en un constante tic tac, por no hablar de las cientos de antiguas fábricas semiabandonadas que están en la misma situación que la de la que aquí hablamos.

En este caso, después de una larga historia de locales de ocio cochambrosos y sin ninguna seguridad para los jóvenes que allí acudían, el Club Colectiv se había convertido en uno de los más "cool" de la ciudad. A nadie, ni a las autoridades, ni a los propietarios, ni a los periodistas, ni a los propios jóvenes que acudían allí cada noche llamados por las flautas de Hamelín del negocio del ocio y del consumismo , tan caro para la clase dominante para domesticar a las futuras generaciones de esclavos, les importaba que no hubiera salidas de emergencia o que el edificio no hubiera sido reformado desde su abandono como fábrica, para gloria del sistema.

Porque, si bien en Rumania se han destruido el 80% de sus fábricas en los últimos 25 años de saqueo, si bien 3 millones de rumanos se han visto obligados a huir de su país para poder encontrar un trabajo más o menos digno, y si bien los rumanos que se han quedado en casa tienen que sobrevivir con un salario medio de apenas 300 euros y con precios europeos (en Rumania, como colonia, ya apenas se produce nada, salvo materia prima,  y todo se importa elaborado de las multinacionales de las potencias de turno), la propaganda, arma bien cuidada por la clase dominante para que el rebaño esté tranquilo y sumiso, sigue vendiendo el ocio, el alcohol, la música, la ropa de moda y el placer inmediato como la clave de la felicidad, algo que pega muy bien con el lema del sálvese quien pueda impuesto tras el final del Socialismo y que facilita que el estado de las cosas permanezca como conviene a algunos.

En realidad, los muertos de la discoteca Colectiv son una lamentable símbolo del desastre de la Rumania sometida a la tiranía capitalista actual. No se quemó simplemente un club de conciertos o un lugar donde los jóvenes pasaban la noche olvidando su anodino destino; ardió una antigua fábrica y en sus llamas se concentraba la suerte de las miles de fábricas desaparecidas, derruidas, quemadas en los últimos 25 años; no se trata simplemente de casi 30 jóvenes víctimas de las ambiciones criminales del sistema, sino de una muestra dramática del guión que otros han escrito para el pueblo rumano.

Convertir a las víctimas del incendio de Bucarest en una excepción casual y en una consecuencia de la mala suerte (o del castigo divino, como afirman algunos delirantes fieles de la iglesia ortodoxa por, dicen, caer en el vicio y participar en una "fiesta satánica"), es una manipulación grosera y patética, pues las causas son profundas y, como ocurre en casi todos los casos, sobre todo sociales.
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