jueves, 11 de septiembre de 2008

Bucarest, mujer vestida con harapos

Vuelvo a utilizar el ejemplo de una mujer, pero sin ninguna intención machista. Simplemente me gustan las mujeres. Así que, como pensé siempre con respecto a Madrid, toda ciudad es una mujer que hay que descubrir poco a poco. Y creo que ya conozco lo suficiente a Bucarest como para decir que es una mujer bellísima vestida con harapos.

Si la comparo con Madrid, diría que esta es una mujer moderna, alternativa, un tanto pija en expresiones diversas, a veces exageradamente pija, otras casposamente pija, otras pijo-alternativa, pero siempre pija. Demasiado para mi gusto, porque Madrid ya perdió la capacidad de sorprender porque todo esta lo suficientemente racionalizado urbanísticamente.

Ante los rumanos, que odian a Bucarest sin conocerla a veces, que la acusan de sucia, de malcuidada, de estresante, de agobiante, y de otros adjetivos nada positivos, yo la defiendo a la pobre. Porque quizás Bucarest no es mas que el espejo en ciudad de como son los rumanos, sus habitantes, los que la viven o la malviven. Y sin embargo, Bucarest tiene dos caras que hay que descubrir.

Paseas por sus calles y constantemente ves edificios decimonónicos espectaculares, de todos los tamaños y formas. Tanto si se trata de las calles principales como si son las calles perdidas y escondidas tras los edificios modernos. Sin embargo son edificios medio derruidos, habitados por gentes que los han ocupado y que no los cuidan demasiado (porque ni son suyos ni entienden porque cuidar un edificio, porque para ellos solo sirven para vivir en algún sitio, de paso).

Por cada calle que caminas, si te fijas bien, con los ojos que hay detrás de los ojos, ves belleza oculta bajo suciedad, ruinas, descuido. Si esta ciudad estuviera bien vestida todo el mundo vería su belleza desnuda. Una belleza increíble y sorprendente, elegante y sensual, muestra de un pasado burgués y de un mantenimiento social que se acabo con la muerte de Ceaucescu. Con su muerte, llego la muerte estética de Bucarest.

También es curioso que a pesar de la decadencia, que recuerda un poco a la melancólica Lisboa, en todas las casas y edificios hay una antena parabólica (normalmente también ruinosa). Así que se suman elementos contradictorios que sorprenden, que te dejan un poco, si miras bien, con la boca abierta por la estética maravillosa que se esconde detrás y por los detalles que muestran que el estado penoso no se debe a falta de dinero, sino a falta de ganas (o que no ofrece suficientes beneficios económicos a los amos del mundo).

Ese es el símbolo de Bucarest. Un edificio lujoso sucio y derruido, con una antena parabólica llena de herrumbre. Pero si le quitas la ropa, si le despojas de sus harapos, te encuentras con un cuerpo maravilloso, sensual, excitante, una tentación a la que es imposible renunciar.

Mujer vestida con harapos

Eres sucia y malcriada
te robaron la educación
cuando lo vendieron todo
al mejor postor

Aunque nadie te cuida
sobrevives como puedes
Quizás sea tan solo una estrategia
para mantenerte libre.

Entre ruinas te disfrazas
para que no puedan verte
los ojos de los vampiros
que desangran el mundo

Hechas jirones tus ropas
los ciegos te desprecian
mujer vestida con harapos

Pero bajo los adoquines
si que hay arena de playa
o tu precioso cuerpo desnudo

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